El Club Taurino de Calasparra homenajeó el pasado 26 de Julio al ganadero D. Salvador García Cebada, propietario de la ganadería de Hrdos. de D. José Cebada Gago en el Santuario Virgen de la Esperanza.
Por otra parte, la noche de 30 de Julio se fallaron los premios del II Ciclo Día de Los Santos.
Los premios fueron: triunfador del ciclo, José Pedro Prados, “El Fundi” y mejor ganadería “Hrdos. de D. José Cebada Gago”. Estos premios se entregarán en la cena-gala que el Club Taurino organizará conjuntamente con los premios de la Feria Taurina del Arroz, Trofeo Espiga de Oro.
EL HOMBRE QUE LE SUSURRABA A LOS TOROS. D. Salvador García Cebada.
Momento oportuno y marco apropiado. Momento oportuno porque D. Salvador García Cebada lidiaba por primera vez una corrida de toros en Calasparra aunque en la Feria Taurina del Arroz lleva lidiando desde el año 2003 y copando todos los trofeos ganaderos de la Feria y lugar idóneo porque el marco fue el Santuario Virgen de la Esperanza de Calasparra en el Año Santo Jubilar.
Justicia a tantos años de trabajo y esfuerzo para conseguir un toro “de verdad” , “del aficionado” y que tanto nos ha hecho vibrar en Calasparra.
Los tíos de verdad cumplen su promesas y “Cebaíta” como le llaman sus amigos nos prometió estar en Calasparra cuando lidiara una corrida de toros. Así fue; vino, vio y venció. Una extraordinaria corrida de toros en la que destacó el colorao “Pensativo” nº 77, lidiado por el Fundi en cuarto lugar y premiado con la vuelta al ruedo.
Nacido en Paterna en 1918, Salvador es hombre de pocas palabras y mejores hechos. Le gusta susurrar sus historias de toreros locos a los animales que pastan en la Zorrera de Medina Sidonia, la geografía verde donde vive la leyenda de los toros valientes de Cebada Gago. Es la misma mezcla de casta y brechas en los muslos que ha dado una vuelta de tuerca a decenas de miles de corazones en los tendidos del mundo. Al genio tranquilo y viejo de Salvador, le asustan los sitios con mucha gente y los micrófonos pero aguantó todo cuando se le preguntó el pasado 26 de Julio. Desde que Belmonte se encaprichó con su caballo alazán y consiguió así sus tres primeras vacas de Guadalest. Aquellas las cruzó con las mansas que criaba su familia e hicieron de las suyas por las calles de la provincia. Más tarde vino la esperanza frustrada con la compra del hierro de Cristina de la Maza -la C invertida y la M que son hoy su enseña- y otras 60 vacas de Carlos Núñez que iban para el matadero. De ahí, con los consejos -no siempre escuchados- de Álvaro Domecq y sus propias ideas llegó a los carteles de las figuras. Más tarde, a las corridas en las que se anuncian los toreros con poder después de un cornalón que se llevó El Niño de la Capea en Sevilla. «Entonces, me pusieron el sello de torista y ya no me quisieron las figuras». Con todo, el tipo de toro en el que él creyó, el que «pide los papeles», «el que no permite la duda», el que «que reconoce todo el mundo».
Decir Cebada en Pamplona, Nimes, Sevilla , El Puerto o Calasparra es decir mucho.
El acto se cerró con palabras del Presidente del Club Taurino y con la entrega de un jarrón con el hierro de la ganadería entre espigas de arroz y el mayor tesoro de Calasparra; una insignia realizada en oro de “espigas de arroz”, símbolo de nuestro pueblo. El ganadero, emocionado dio las gracias por este homenaje y comento, eso si, susurrando que no había secreto y que si lo había era muy sencillo y consistía en “no echar agua al vino”. Gracias ganadero.
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